Quequén, CP7631
Lunes a sábados
El maíz se ha convertido en las últimas campañas en el cultivo que más volumen de producción aporta a la cosecha argentina. Su protagonismo en el área agrícola nacional hace que el momento de la recolección sea estratégico para el cereal, que en la actual campaña aportaría cerca de 50 millones de toneladas, según la última estimación de la Bolsa de Comercio de Rosario.
La cosecha arrancará en marzo en los planteos más tempranos en la zona núcleo, que por la fecha pueden tener una ventaja, dado que es posible que las plantas sean poco susceptibles al vuelco. Esta condición del cultivo en los lotes favorece la recolección de las espigas y reduce las pérdidas por plantas no captadas por la cosechadora, destaca un grupo de expertos del INTA.
Además de una buena trilla, un sistema de secado en silo con aire natural o baja temperatura es un muy buen complemento para asegurar un eficiente resultado de la cosecha temprana de maíz, asegura un trabajo de Diego de la Torre, Santiago Tourn, Ignacio Erreguerena, Hernán Pannaggio y Pedro Platz, miembros de la Unidad Integrada del INTA Balcarce y la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Los especialistas trabajaron junto con José Peiretti (INTA Salta) y Juan Giordano (INTA Rafaela) en una serie de recomendaciones para la cosecha del cereal. El grupo destaca que planificar la labor le aporta al productor un mayor control sobre la fecha de cosecha y los costos de acondicionamiento.
Si las condiciones ambientales y comerciales generan que se extienda el momento de cosecha de maíz (ya sea para el cultivo temprano o tardío), los técnicos del INTA advierten que se deben contemplar pérdidas adicionales de cantidad y calidad de grano, aunque, por supuesto, habrá que tratar de reducirlas.
Además, indican que, en esa situación, habrá que tener en cuenta posibles controles extra en la población de malezas.
“Por lo tanto, previendo una situación de este tipo, se debería hacer foco en la cosechadora, para que trabaje de la manera más eficiente posible, además de explorar híbridos con baja susceptibilidad a vuelco y a los ataques fúngicos. También hay que ajustar correctamente las dosis y la pulverizadora para lograr un control eficiente de las malezas”, aconsejan.
Pero, sin dudas, un paso clave para iniciar la recolección eficiente del maíz es llevar a cabo una adecuada configuración de la cosechadora.
El cabezal, una pieza fundamental
Debe tenerse bien presente que es necesario ajustar de manera correcta la velocidad de avance de la máquina con la de las cadenas alzadoras y los rolos destroncadores.
“Una mala relación de velocidad puede causar que las espigas se caigan al ser tocadas por las cadenas alzadoras o que la planta sea cortada al final del recorrido del cabezal e ingrese exceso de material no grano a los sistemas internos de la cosechadora”, sostienen desde el INTA.
Por esto es importante que el productor o contratista cuente con engranajes que permitan bajar la revoluciones del eje de mando de las cajas espigadoras, de forma tal de permitir adecuarla a bajas velocidades de avance del cabezal. El mantenimiento del cabezal maicero es otro aspecto clave a considerar. Para ello hay que asegurarse que las estrías de los rolos espigadores estén en buen estado.
“Si están gastados y los tallos son pequeños, reducirá su capacidad de captación y espigado, lo que redundará en pérdidas por caída de espigas en el momento de la captación o el cortado de plantas”, precisa el informe elaborado por los técnicos.
Ensayos realizados por el INTA demostraron que la eficiencia de recolección del cabezal es la clave para reducir pérdidas. Esto se debe a que 72% de las pérdidas promedio por cosechadora se dan en la recolección y el restante 28% en la trilla, separación y limpieza. Del 100% de las pérdidas por cabezal, 82% es por desgrane de espigas y ello se debe a una mala regulación de las chapas espigadoras.
Entonces, ¿cómo lograr una adecuada regulación de los sistemas de la cosechadora?
En la medida de que se logre regular el cabezal de manera adecuada, los especialistas del INTA consideran que se evitarán excesos de ingreso de material no grano al sistema de trilla y separación. En el caso de trabajar con una cosechadora convencional es muy importante recordar la necesidad de mantener forrado el cilindro de trilla (entre los batidores), con las chapas que suelen venir de fábrica.
“En lo que respecta a las revoluciones del cilindro de trilla o rotor axial, deberán probarse trabajando entre 450 RPM y 350 RPM, en la medida que se comience con humedad y que luego durante el trabajo vaya disminuyendo”, destacan. Para evitar grandes pérdidas de granos por la cola de la cosechadora, la recomendación para productores y contratistas es trabajar a una velocidad de entre 5 km/h y 7,5 km/h.
El momento de la cosecha es determinante. Por lo general, la calidad de los granos de maíz se deteriora cuanto más tiempo esté la espiga en la planta. “Uno de los factores de deterioro que disminuiría la calidad comercial del grano podría ser el aumento del tiempo de exposición de los granos a posibles ataques de patógenos fúngicos y/o si estos ya están establecidos favorecer su desarrollo e invasión”, alerta el trabajo. Además, la demora en la cosecha de un cultivo de maíz suele favorecer el incremento de la densidad y del tamaño de malezas del ciclo otoño-invernal siguiente, lo que genera sobrecostos en la rotación agrícola. Una vez cosechado el maíz, para conservar los atributos del cultivo durante su almacenamiento, el grano debe estar seco (contenido de humedad igual o inferior a 14,5%), frío (con una temperatura de 17°C o inferior), limpio (sin partículas extrañas, polvo, grano partido, entre otros.) y sano (con poca incidencia de enfermedades, fundamentalmente fúngicas).
Siguiendo estos consejos, y por supuestos otros que pueden ayudar, los productores subirán fuertemente las chances de que cada grano producido llegue a la tolva, luego al camión y, finalmente, pueda venderse. Eso es clave siempre, pero más en años difíciles como el actual.